domingo, 6 de junio de 2010

Lost y la multitud spoiler



Publicado en el Blog Virtualis de El Universal

No recuerdo una serie televisiva que haya movilizado a la comunidad internáutica mundial como la producción de la cadena ABC, que forjó una gran cantidad de fanáticos en sus 6 temporadas, con un guión innegablemente original con personajes llenos de misterio que en cada capítulo, mantuvieron en vilo a sus más fieles seguidores que intentaron desde el primer día, descifrar si los habitantes de la isla estaban muertos, si purgaban culpas o si bien, vivían en una realidad alterna.
A días del final emergió en la red el poder de la multitud spoiler, fenómeno ampliamente explicado por Henry Jenkins en su libro La cultura convergente ( 2006 ) que se refiere a la ola de fanáticos de series televisivas que cambian de pantalla para estropear con sus comentarios en Internet, la emoción del desenlace de una historia revelando detalles, dando al traste al impacto dramático y por tanto al rating, el indicador con el que se hace el negocio de la televisión.
La ganadora de 6 Emmys logró en el final un rating de 12 millones de espectadores en Estados Unidos, que aunque lejos de los 52 millones de la exitosa Friends, consiguió movilizar a las multitudes en red.
En 58 países, la serie finalizó dos días después que en Estados Unidos, tiempo perfecto para spoilear. Una búsqueda en Google de spoilers de Lost arrojó el domingo 23 de mayo, día del gran final en Estados Unidos, 20 millones de sitios entre wikis, blogs y páginas de descargas, en los que se especulaba sobre la verdad detrás de los tripulantes del mítico vuelo Oceanic 815.
En la era digital la industria cultural está ligada a las multitudes en red. De esta forma, mientras el sitio de la cadena ABC impedía a los usuarios de países fuera de Estados Unidos acceder a los últimos episodios, sitios de descargas los ofrecían sin rubor alguno. En Twitter #Lost fue trend topic, cuyos seguidores se dividieron en dos bandos: Los spoilers y los antispoilers que defendían el derecho de los fans con tuits que invitaban a no contarlo “ni a tu madre”.
En tiempos de Internet las industrias culturales se rearticulan ante la audiencia que participa y con la cual, asistimos al ocaso de la televisión masiva, la que supone de un público homogéneo y que comienza paulatinamente a erosionarse entre otras cosas, por el acceso a Internet y por cambios en las prácticas culturales de las audiencias.
Las audiencias –usuarias consumen entretenimiento y lo comparten en red supuestamente, obligando a la televisión a adaptarse a que el productor propone y el público dispone. Pero esta profesora no es tan optimista ya que sostengo, que el fin de la industria vertical y cerrada está aún lejos. La inclusión de las audiencias en los procesos creativos es parcialmente abierta, en realidad los spoilers se han convertido en un arma de la industria tradicional para añadirle más emoción y por tanto más rating a las producciones.
Los reality shows tipo American Idol, que piden a las multitudes participar a través de mensajes de texto, Twitter, Facebook y YouTube son una evidencia de la trasmedialidad en la industria del entretenimiento de este siglo que revitaliza innegablemente la industria del entretenimiento.
Me resisto a pensar que hay una lucha frontal entre dos paradigmas: la industria y las expresiones libres en Internet como los spoilers que retan las leyes de derechos de autor bajo el argumento de que la red es libre y por tanto sus contenidos, sean éstos protegidos o no. Más bien asistimos a una nueva relación dialéctica en la que ambas negocian, se moldean y acomodan a la realidad de la cultura en el siglo XXI.
Ni Google puede vivir sin los periódicos, ni la industria musical sin I-tunes, ni las series que han revitalizado a la televisión en estos últimos años pueden hacerlo sin Internet, sus redes sociales y sus multitudes. Lost no hubiese sido lo mismo sin sus fieles spoilers.
La serie terminó invitando a los fanáticos a seguir elucubrando sobre un desenlace abierto a la imaginación, después de todo los escritores intentaron innovar narrativas yendo más allá de detectives, mujeres desesperadas y hospitales. Ver a personajes con los nombres de Hume, Russeau y Locke sí que fue poco común.
Qué importa el final que cada quien haya imaginado, por lo menos sus creadores se preocuparon por no ofender la inteligencia de la audiencia.

Imagen recuperada del sitio de la ABC : http://abc.go.com/shows/lost/index

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