sábado, 14 de agosto de 2010

Periodismo ante la violencia

Publicado en El Semanario el 15 de agosto de 2010

El asesinato y secuestro de periodistas se ha convertido en un fenómeno creciente y un tema insoslayable de la agenda nacional.
La misión del periodismo en una sociedad democrática es la de interpretar la realidad social; podríamos decir que sus profesionales son el puente necesario entre los lectores - audiencias y el acontecer en un país o región determinada. También es su función promover la rendición de cuentas por parte de cualquier poder, ya fuere el Estado, el mercado o el propio crimen organizado.
Por esta misión profesional no es extraño que en un clima de violencia como el que se vive en México sea un gremio vulnerable, así lo es en las guerras y en las dictaduras. No se secuestra a un profesional, sino lo que éste significa para la sociedad.
De acuerdo con el Centro de Periodismo y Etica Pública tan sólo entre 2000 y 2009 se registraron 57 homicidios en contra de periodistas, de los cuales la mayoría permanece impune y mientras no se demuestre lo contrario, la hipótesis de que fueron perpetrados por el crimen organizado permanece latente.
En días pasados el secuestro de cuatro periodistas en Durango, puso de manifiesto no sólo la vulnerabilidad de estos profesionales en México, alertada desde hace ya varios años por organismos internacionales y de la sociedad civil, sino la urgencia de plantear estrategias de largo aliento para proteger al gremio, ya que más allá de la persona, la libertad de expresión que es un derecho constitucional y humano es el que se ha convertido en rehén de los grupos criminales en aras de amedrentar y enviar mensajes al gobierno y al ejército.
¿Qué hacer ante este escenario que atenta contra la democracia? Promover la libertad de expresión y garantizar el derecho a la información, que también se encuentra vulnerado por la autocensura que genera un clima de amenazas constantes a los periodistas que prefieren no cubrir a cambio de preservar la tranquilidad y la vida, requiere de medidas y compromisos en dos dimensiones: En primera instancia se encuentran los propios medios y sus periodistas, tan poco comprometidos con la profesionalización y la capacitación.
En últimas fechas han circulado cursos y talleres, que promueven la adopción de protocolos de seguridad, que contemplan entre otras cosas, la sistematización de las rutinas periodísticas y la capacitación constante del gremio en temas nodales como derechos humanos y ética periodística.
Iniciativas sin duda necesarias, pero insuficientes.
El periodismo mexicano tiene ante sí una deuda incumplida que es la conformación de un gremio sólido y autónomo frente al poder.
Al recibir el premio nacional de periodismo 2005, el fundador del combativo semanario Zeta, Jesús Blancornelas reprochó al gremio su falta de sensibilidad para con el asesinato de sus propios colegas, al tiempo de hacer un llamado a la solidaridad intragremial como sucede en otros países y que otorgan al periodismo status de profesión y la posibilidad para hacerse escuchar con fuerza.
Son los poderes que el periodismo se encarga de cuestionar y llamar a cuentas, los que se benefician de la fragmentación profesional que se traduce en indolencia, impunidad y vulnerabilidad.
Sin embargo ni un gremio fuerte, ni el más capacitado de los periodistas puede escapar de ser víctima del crimen organizado, por ello, la
segunda dimensión es la que corresponde al Estado. El periodista actúa sobre una realidad social determinada que no está en sus manos transformar, es el Estado mexicano el responsable de garantizar la libertad de expresión y el derecho a la información.
Para ello se debe partir del reconocimiento de que la estrategia contra el narcotráfico está teniendo consecuencias graves en la sociedad, basta mirar cuán resquebrajado se encuentra el tejido social en comunidades como Ciudad Juárez. También en esta lucha han muerto civiles en medio de balaceras como el doloroso caso de los estudiantes del Tecnológico de Monterrey, episodio que se ha traducido en un llamado de atención sobre los daños colaterales de la política antidrogas instrumentada por el gobierno federal, a lo que se añade esta vez el secuestro de periodistas de connotados medios de comunicación en el norte del país.
Si bien existe una Fiscalía especializada en la atención de delitos cometidos en contra de periodistas, dependiente de la Procuraduría General de la República no cuenta con facultades investigativas, toda vez que el crimen en contra de periodistas no es delito de orden federal, lo cual resulta un imperativo en estas difíciles circunstancias.
En cuanto a estrategias para la protección de periodistas, el referente más cercano es Colombia, cuyo gobierno en su momento reconoció las implicaciones de la guerra contra el narcotráfico en la libertad de expresión y el derecho a la información. Aun con sus deficiencias y limitaciones en su instrumentalización, en 2001 el gobierno colombiano tuvo la voluntad política de aceptar y establecer mecanismos para garantizar la protección de los periodistas a través del Plan Antonio Nariño en el que gobierno, ejército, organismos civiles y medios se comprometieron de manera conjunta a cuatro acciones fundamentales: Sacar a los periodistas de zonas de riesgo; disminuir al mínimo las agresiones en contra de los profesionales de la información utilizando los servicios de inteligencia del Estado; otorgar protección a familiares de periodistas en riesgo y brindar entrenamiento y capacitación.
Sin embargo cabe la pregunta ¿hasta dónde hemos llegado en esta lucha contra la delincuencia organizada?¿hasta el punto de proponer protocolos de protección propios de una guerra como los implementados en Afganistán o Irak?
Más allá de estrategias paliativas, en México ha llegado el momento de replantear en un diálogo abierto, responsable y transparente la política antidrogas del actual gobierno.
Con la intervención de la Secretaría de Seguridad Pública, los cuatro periodistas afortunadamente están a salvo, pero el periodismo mexicano permanece desprotegido y vulnerable.

Discurso completo Blancornelas al recibir el PNP 2005

Me siento muy honrada de haber sido parte del jurado que reconoció la trayectoria del Maestro Blancornelas.

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